Hace unas semanas me encontré con una amiga para tomarnos una copa y el desahogo periódico. Resulta ser que el lugar donde fuimos estaba repleto de seres del sexo opuesto. Encontramos una esquinita lejos para evitar socializar, a petición especial mía porque eso de ser una flor social no se me da muy fácil, además que si voy a ver a una amiga, lo menos que quiero son interrupciones de ningún tipo.
Al cabo de una hora, se acerca un hombre de unos 6’ 3”, gordito y gracioso (él mismo lo dijo) y comenzó con su labia monga. Ofensivamente, dijo que estaba buscando que alguna de las dos aceptara salir con él, que el era gordito y feo pero entretenido. Digo que fue ofensivo, porque no pidió permiso, se lanzó sin que se le diera espacio y ni siquiera estaba fijándose en una de las dos, si no que para el estaba bien cualquiera de las dos, que nosotras decidiéramos. Pidió ver mi mano para detectar que no llevaba anillo puesto y decir que entonces podía intentar conmigo. ¿De veras el simple hecho de estar “soltera” ya me obliga a aceptar acercamientos?
Inicialmente, lo tomamos a chiste, – el tipo de veras parecía sacado de un “stand up comedy”- nos reímos unos minutos, evadimos sus intenciones cordialmente y le intentamos hacer entender que no nos interesaba y que estábamos comprometidas aunque sin anillos. Le dimos las gracias por hacernos reír. Insistió por un rato, ofreció comprarnos algo de beber, rechazamos su ofrecimiento y hasta preguntó si podía comunicarse luego, WTF. Finalmente, se dio por vencido.
Cuando se aleja, mi amiga y yo comenzamos a analizar la situación tan incómoda. De momento, mi amiga escucha al susodicho decirle a un amigo: “tengo buen oído y puedo oír todo lo que dicen ellas”. Ella me lo comenta y yo solo puedo decir: “¿Y?, que le de gracias a Dios que fuimos amables, porque pude haber sido una bicha como siempre”. Carcajadas por un minuto.
Si, digo bicha, porque así es como se le llama a una mujer seria, que expresa su sentir sin miedos y firmeza. Con el paso de los años me he creído que soy una bicha, por el simple hecho de que soy una persona seria, hasta el punto de aceptarlo y decirlo con orgullo. Y es que resulta ser que la sociedad toma como altanería cuando una mujer es seria, se da a respetar y es clara cuando se expresa. Nos han querido enseñar que hay que ser “polite” todo el tiempo y disfrazar las palabras para evitar que el otro se ofenda. No es mi responsabilidad si la otra persona es muy sensible y no sabe diferenciar el ser claro de una ofensa. Que si no andamos con una sonrisa en la cara, somos unas carne puercas. Que tenemos que aceptar cumplidos y acercamientos que no queremos. Mireeee mi herrrmano, porque yo tengo que ser amable con un hombre que ni siquiera pidió permiso para acercarse a mi espacio personal.
Lo que la sociedad considera una mujer buena y “cool”:
- Siempre sonríe y es alegre sin pausa.
- Siempre dice sí y, si dice no, se disculpa como si estuviera cometiendo un pecado.
- No dice lo que piensa y lo disfraza, al punto que eso la puede llevar a una situación peor por no ser clara desde un principio.
- Aunque no le agrade donde está, muestra su mejor rostro y hace como que la pasa bien.
- No enfrenta a nadie si no está de acuerdo o no le gustó algo que hicieron frente a ella.
- Acepta invitaciones aunque no quiera.
- Se ríe de todos los chistes aunque sean mongos.
Una bicha (según muchos):
- No siempre está sonriendo, eso de sonreír todo el tiempo da dolor en la mandíbula.
- Sabe decir no, sin miedo y no se disculpa, porque es su derecho. Ahhh y que rico se siente.
- No disfraza sus respuestas, expresa lo que siente en el tono necesario, con claridad para evitar llegar a malos entendidos. Después no hay excusas de “me equivoqué contigo”. ¡Ah, ah! A otros con ese cuento, yo fui clara desde el principio.
- Si no le gusta donde está, se va. Punto.
- Si alguien hace o dice algo fuera de lugar, le pide respeto al momento. Que alguien me explique porque razón hay que soportar que los hombres hablen suciedades delante de una o que una persona hable de sus opiniones ofensivas, chismes, etc. sin consideración a los que están a su alrededor.
- Simplemente, no hay filtros, es clara y firme en sus posturas.
Recuerdo cuando comencé mi vida laboral, trabajaba en producción de eventos y todos eran hombres a mi alrededor. Cada vez que alguno comenzaba a hablar de sus vulgaridades (imagínense) les pedía que salieran de mi oficina y que cerca de mi no utilizaran tal o cual palabrota, que no se tomaran confianzas más allá que las que requería el trabajo. Con el tiempo, decían -“vámonos de aquí que la flor se ofende”- y yo muy feliz –“sí, se les agradece”-. A mis espaldas, y muchas veces de frente, me mencionaban la dichosa palabrita. No me importaba, de verdad, prefería el respeto antes que la aprobación en contra de mi incomodidad.
A una mujer así, le llaman bicha. Y esto no solo aplica a situaciones con hombres, esto aplica a todo tipo de relación: laboral, familiar, amistad, etc.
Vivimos en una sociedad donde, para ser aceptados, tenemos que agradar a todos y ser sumisos para no “caer mal”. Y es una lástima que no nos agrademos simplemente por los que somos, por nuestros valores y saber respetarnos. Es triste que las personas no se den la oportunidad de conocer a fondo antes de juzgar. Es inaceptable que se pongan sellos simplemente por hacer valer la dignidad humana, que es un derecho por nacimiento. No podemos continuar promoviendo el complacer a los demás por encima de nuestros valores y sentimientos.
Entonces, te pregunto a ti que acabas de leer esto, ¿eres bicha o eres sumisa?
Bicha = Acertiva Buena = Sumisa
Yo, soy «bicha» y, ¿qué? #sinfiltro
Ciao, Bellezas
PD: El término aquí utilizado tiene muchas variables, yo hablo de la que me ha tocado vivir. Las demás definiciones y características del término, no aplican en este escrito.